lunes

La primera de Pedro



La Biblia está llena de parábolas, directas o indirectas, es evidente su forma narrativa con o sin metáforas, pues se trata de sucesos fingidos estén o no en tiempo futuro; lo único ante lo cual flaquea esta reflexión implica las intenciones que no fueron fingidas de la narración que se pretende interpretar, pero con la historia a favor de la contemporaneidad, con o sin las honestas intenciones, se permite la afirmación anterior.


La selección fue de La primera de Pedro, un dictamen a tomar, hecho por un tal Pedro sobre la palabra de Jesucristo, es aquí donde el párrafo anterior sirve, pues no es de su vida (o la de otro personaje) la que narra Pedro, sino recomendaciones verdaderas para las vidas de sus conciudadanos y todas las que sucedan. La exhortación empieza recordando la misericordia de Jesús, con valor inmanente justificado por su resurrección, y revaluado con su genuina muerte. A partir de ello, remarca las enseñanzas de Jesús: amarse los unos a los otros, tener consciencia de la voluntad de uno para obrar el bien, el bien es todo menos presunción material, no atorarse en la ignorancia que los hubo llevado a actuar pasionalmente. Hace claro que Jesús pudo haber dado lo suficiente para la construcción de una sociedad justa, humilde, con el cemento del amor de Dios; habrían de respetarse las distintas naciones así también, y a los ignorantes habría que instruir para obrar bien. Todos serían libres mientras no tomaran su palabra como utensilio personal para llevar a cabo la maldad moral. No hay nada que temer si se lleva una consciencia limpia, así aunque se sufra, no hay por qué afligirse y duplicar el sufrimiento. La razón que se expresa en actos respetuosos debería alabar cada quien en sí mismo como el amor de Dios. Si el amor se expresa en todos y hacia todos, cada don individual ejercido podría complementarse comunitariamente. Termina esta ‘primera’ enfatizando nuevamente que en la voluntad residen las bases del bien común, esta voluntad debe ser verdadera, y en todo habría una expresión de la verdad si se aprehende. “Salúdense los unos a los otros con un beso de amor. Que todos ustedes que están en unión con Cristo tengan paz.” (Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras, p. 1320).


¿Está claro ahora cómo esta genuina parábola irónica no es más que ficción? ¿Acaso no está directo y literal el sentido de las palabras que ha usado Pedro, que expresan las del mismísimo Jesús? ¡Y predican en las iglesias del cristianismo las mismas! No podría molestar más a un hombre de bien que se tornen las cosas conscientemente a su completo opuesto por los irracionales pecadores (especialmente los avaros) con quienes se disponen a compartir tiempo y espacio de vida. Si Dios es amor, malditos sean aquellos intolerantes, pérfidos, pervertidos, ¡conscientes bastardos! Manipuladores, bestias, perros. A los demás: no debieran temer a Dios, él no castiga, teman a lo que está en los malos hombres, y teman (racionalmente) aún más que en su voluntad está aquella frágil transición. Amén.






Circa octubre 2008

SAG

2 comentarios:

Anónimo dijo...
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Poñyhuiti dijo...
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