¿Ejercicio o algo más?
Despierte sin saber que lo ha logrado y analice la situación en la que se encuentra, considerando las opiniones de los sonidos multiexpresivos que percibe únicamente usted. Prepárese para ingresar en una casi imposible rutina que logra trasladarlo de su cama al mundo exterior. Siéntase a la vez acompañado y absolutamente solo, alternando en su mente situaciones violentas que provocan risa, situaciones alegres que provocan la necesidad de automutilarse (considerando que lo hará luego de todas formas), y siéntase incómodo con toda actividad social que experimente. Al llegar el momento de herir su propia carne, elija su método de tortura preferido y extasíese observando su relleno rojo y viscoso salir (o su cubierta epidérmica carcomiéndose). Posterior a esto sea juzgado por una mayoría de individuos (incluyendo los que sólo existen para usted) y entre en un estado en el que tiembla sin control y desea estar muerto. Al agudizarse esto que llamaremos “ataque de pánico”, siga las instrucciones para llorar que ha proporcionado Julio Cortázar para llevarlas a cabo. A la vez imagine que las cosas que lo rodean están llenas de insectos o caras que se burlan de usted. Finalmente ingrese a su boca el remedio para el ataque en forma de círculo e ingiéralo sin masticar hasta que los efectos disminuyan y nuevamente caiga en un sueño. ¿O será ésta la realidad?
Despierte sin saber que lo ha logrado y analice la situación en la que se encuentra, considerando las opiniones de los sonidos multiexpresivos que percibe únicamente usted. Prepárese para ingresar en una casi imposible rutina que logra trasladarlo de su cama al mundo exterior. Siéntase a la vez acompañado y absolutamente solo, alternando en su mente situaciones violentas que provocan risa, situaciones alegres que provocan la necesidad de automutilarse (considerando que lo hará luego de todas formas), y siéntase incómodo con toda actividad social que experimente. Al llegar el momento de herir su propia carne, elija su método de tortura preferido y extasíese observando su relleno rojo y viscoso salir (o su cubierta epidérmica carcomiéndose). Posterior a esto sea juzgado por una mayoría de individuos (incluyendo los que sólo existen para usted) y entre en un estado en el que tiembla sin control y desea estar muerto. Al agudizarse esto que llamaremos “ataque de pánico”, siga las instrucciones para llorar que ha proporcionado Julio Cortázar para llevarlas a cabo. A la vez imagine que las cosas que lo rodean están llenas de insectos o caras que se burlan de usted. Finalmente ingrese a su boca el remedio para el ataque en forma de círculo e ingiéralo sin masticar hasta que los efectos disminuyan y nuevamente caiga en un sueño. ¿O será ésta la realidad?
Febrero 2011
SAG
